Tomás Moreno Fernández: «Reflexiones para el tercer milenio XVIII. Mitos sobre los límites éticos del conocimiento humano (1/2)»

Ahora me he convertido en la muerte, destructora de mundos.

(Poema hindú, citado por J. R. Oppenheimer tras la explosión de Hiroshima de 1945)

I. Y SERÉIS COMO DIOSES

Cuando J. Robert Oppenheimer, el físico teórico organizador y director del Proyecto Manhattan (1942), dos años después de Hiroshima, en una famosa conferencia titulada La física en el mundo contemporáneo (1947) reconocía con pesadumbre que “los físicos han conocido el pecado y éste es un concepto del que no pueden desprenderse”. Podemos afirmar que, en esos precisos momentos, se estaba representando la involuntaria ceremonia de mise en scéne de un acontecimiento de especial trascendencia para la humanidad, de crucial gravedad histórica: el homo sapiens había tomado definitivamente conciencia de su culpable responsabilidad, ante la magnitud del poder destructivo que su conocimiento científico había desatado. Meses antes el científico de origen alemán había confesado al presidente Truman: «Sr. presidente, tengo sangre en las manos».

El Proyecto, avalado a instancias de Leo Szilard por Einstein ante el presidente F. D. Roosevelt en 1939, suscitó opiniones divergentes. El filósofo alemán Karl Jaspers (La bomba atómica y el futuro de la humanidad) reflexionó profundamente sobre sus consecuencias e implicaciones éticas y antropológicas para la humanidad (1). La Némesis nuclear evidenció el pecado de Hybris (soberbia, orgullo, desmesura) en el que había caído una humanidad que, durante un millón de años, había tratado sin descanso ni restricciones éticas de obtener los frutos del Árbol de la Ciencia. La promesa de la serpiente del paraíso —Y seréis como dioses–– se había hecho por fin realidad, bien que realidad luctuosa.

Desde sus inicios, la cultura occidental —tanto en su vertiente judeocristiana como en su vertiente greco-helenística— se había planteado la cuestión de los límites éticos del conocimiento humano, de los controles que el hombre debería oponer al deseo incontenible de conocer o saber, si no estuviese dispuesto por ello a pagar un alto precio: el de la desgracia, el mal y el sufrimiento. Numerosos mitos y tabúes —que advierten admonitoriamente contra todo intento megalómano de traspasar altivamente los límites de la condición humana— dan fe de ello. Roger Shattuck, uno de los más originales pensadores norteamericanos actuales, catedrático de la Universidad de Boston, en un deslumbrante ensayo, (2), examina el significado de la responsabilidad moral con la que a lo largo de la historia el hombre occidental ha afrontado los inciertos peligros del conocimiento humano y explora las nociones de «conocimiento prohibido» que —desde el mito de Adán y Eva hasta los inquietantes descubrimientos de los científicos modernos, que han creado la bomba atómica, las armas de destrucción masiva nucleares, químicas o biológicas, y el ADN recombinante o los derivados de un desarrollo incontrolado de la IA— han sido escenificadas e ilustradas mediante historias ejemplares por los distintos mitos, leyendas, ficciones y relatos literarios de nuestra bimilenaria tradición cultural. «Lo que hago en mi libro» —declaraba el autor en una visita a Barcelona para presentar su obra, a finales de los 90— «es explicar que desde el Renacimiento y la Ilustración hemos superado los límites del conocimiento. Y me pregunto: ¿podemos seguir así y sobrevivir como seres humanos?».

Cubierta del libor  ‘Conocimiento prohibido‘ de Roger Shattuck

Partiendo de la premisa de que el conocimiento puede llegar a ser peligroso el autor se pregunta si «hay cosas que no debemos saber» y si «podemos imponer límites éticos al saber o al conocimiento humano», esto es: si nos es lícito proponer algún tipo de diques, fronteras, frenos o interdictos al conocimiento humano; si podemos prescribir algún tipo de conocimiento prohibido. A lo largo de casi medio millar de páginas, con un prólogo y ocho densos capítulos más dos apéndices, Roger Shattuck indaga en la historia de los mitos, de la literatura y de la ciencia occidentales las distintas narrativas, relatos y proyectos en los que el peligro del exceso de conocimiento se ha mostrado como más evidente.

En su apasionante excursus, R. Shattuck analiza mitos centrales de la cultura greco-helenística y judeocristiana como los de Prometeo y Pandora, Adán y Eva, la Torre de Babel, o aquellos otros que prescriben la prohibición ocular como los de La mujer de Lot, Orfeo y Eurídice, Jacob y Elohim, Perseo y la cabeza de la Gorgona, El asno de oro de Apuleyo, Cupido y Psique etc. No faltan, sin embargo, referencias a mitos, fábulas, leyendas y cuentos semejantes de otras áreas culturales en los que se tematiza sobre la misma tentación humana de traspasar o transgredir los límites del conocimiento, como es el caso de Las mil y una noches con el cuento del Genio en la botella, clara metáfora de la conveniencia para el hombre de controlar los efectos perversos de sus creaciones o artefactos mágico-técnicos (en nuestro lenguaje: los efectos nocivos indeseados de la ciencia y la tecnología)

Mitos, todos ellos, que ejemplifican el lado extremo de la curiosidad y de la soberbia humanas. Incluye en su examen también obras literarias como la Odisea (con el aviso de Circe a Odiseo sobre el peligro de oír el canto de las sirenas), El Paraíso perdido de John Milton, el Fausto de Goethe, entre muchas otras, en las que, con distintas simbolizaciones y parábolas, se nos alecciona con trágicas y graves consecuencias por desear saber o ver más de lo que se debe (capítulos I, II, III).

Escena de «La novia de Frankenstein«, con el actor Boris Karloff como La criatura

Mitos y obras —señala el académico de la RAE, científico y humanista, José Manuel Sánchez Ron en un excelente ensayo en el que incide en esta temática (3)— que perturbaron y perturban nuestras conciencias, al tratar alguna de las innumerables dimensiones de lo prohibido: el robo del fuego sagrado de Zeus (en el caso de Prometeo); el acceso a los frutos del Árbol del Bien y del Mal (en el de Adán y Eva); las relaciones-negociaciones entre el sabio y el diablo (representadas por el Fausto goethiano); la fabricación, con el recurso de la ciencia, de una criatura- monstruo —temática, como no se le escapa a nadie, de gran actualidad hoy en día— creada por el Doctor Frankenstein (1818) de M. Schelley, o El extraño caso del Dr. Jekyll y Mister Hyde (1886), de Robert Louis Stevenson, y cuyo precedente podemos situar en la figura del Golem (a la que el escritor austríaco Gustav Meyrink dedicó una novela homónima Der Golem en 1915), que se inspira en una vieja leyenda de la Cábala judía según la cual el Rabí Löw de Praga construyó mágicamente de arcilla una especie de «robot» u hombre artificial para que le sirviera de esclavo, en abierta rebeldía luciferina contra el acto creador de Dios. No logró dotarlo del más noble de los atributos humanos: la palabra. Los sábados lo “des-animaba». Pero un día se olvidó de concederle el descanso sabático y el Golem aprovechó el descuido para alborotar el gueto y rebelarse contra su artífice. Significativamente Norbert Wienner, el padre de la cibernética, tituló uno de sus ensayos Dios y el Golem s.a. (4).

El tema del “conocimiento autodestructor” o, finalmente, el de la incertidumbre ante el valor de lo que se conoce, aparece además de en las obras citadas de M. Shelley y de Stevenson, en N. Hawthorne, Thomas Mann, H. G. Wells, Gustav Meyrink etc. La trasgresión total de tabúes, normas y valores generalmente aceptados para preservar del mal a la humanidad comportará irremisiblemente el castigo merecido: el encadenamiento a la roca, con el águila de Zeus devorando constantemente las entrañas de Prometeo; la apertura de la Caja de Pandora con la dispersión de todos los males por la tierra; la expulsión del paraíso, con la caída en el mal, el trabajo y la muerte, o, finalmente, la confusión de lenguas, imposibilitando así concluir con éxito la construcción de la torre de Babel (5).

BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS

1) Karl Jaspers, La bomba atómica y el futuro de la humanidad, Cuadernos Taurus, Madrid, 1968.

2) Robert Shattuck, Conocimiento prohibido. De Prometeo a la pornografía, Taurus, Madrid, 1998.

3) Manuel Sánchez Ron, “La tecnología, un saber humanístico”, Babelia, El País 1998.

4) Norbert Wienner, Dios y el Golem s.a., Siglo XXI, México, 1967.

5) Manuel Sánchez Ron, loc. cit.

 

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