IV. LA BÚSQUEDA DE LA REALIDAD VELADA
A ese mismo objetivo —la necesidad de conciliar las denominadas “dos culturas” —, dedicará Bernard d’Espagnat su libro En busca de lo real. La visión de un físico (1979) (1), aunque desde objetivos y resultados muy distintos de los previstos y alcanzados por el creador del concepto de “estructuras disipativas”. Eminente físico y matemático francés, Bernard ‘Espagnat, colaborador de Enrico Fermi en Chicago (1951-52), de Niels Bohr en Copenhague (1953-54), y director del laboratorio de Física teórica y partículas elementales de la Universidad de París XI (Orsay) (1980-87), entre otros méritos, estuvo desde sus inicios profundamente atraído por las humanidades y por la filosofía y preocupado por la escasa atención que la mayoría de sus colegas, los físicos, presentaban a las cuestiones interpretativas planteadas por la mecánica cuántica.
Ya en los comienzos de su investigación sobre la naturaleza (1965), se preguntará por qué la ciencia física no puede explicar completamente la naturaleza del ser, de lo real, esbozando posibles soluciones a la cuestión planteada e insistiendo en la necesidad de que los científicos enfrenten con claridad y determinación los problemas surgidos o suscitados en el proceso de sus respectivas actividades investigadoras. Aunque el punto de partida fuese, como no podía ser de otro modo, el mismo del que partía I. Prigogine —el paradigma cuántico, probabilista e indeterminista de la Física de partículas—, las conclusiones a las que llegó, sin embargo, evidenciaron un evidente conflicto con “la mecánica cuántica y con los hechos establecidos por experimentación”, al diferir radicalmente del postulado fundamental de la misma. En el paradigma hegemónico de la Física de las partículas, la realidad que la ciencia conoce —sujeta siempre a los instrumentos de observación y por tanto al científico— es una realidad dependiente del hombre, esto es: “observada y medida por el científico: una realidad dependiente del observador”. Pues bien, la originalidad del libro de d’Espagnat consistió en mostrar que hay barruntos muy fuertes —dentro de los progresos últimos en física de partículas elementales— para admitir la existencia de “otra” realidad, “independiente del hombre”, de una “realidad velada” (réel voilé). Hipótesis que ya había expresado tempranamente, en su artículo de 1979, “La teoría cuántica y la realidad” (2), poco antes de publicar En busca de lo real. La visión de un físico. En uno de sus últimos ensayos La réel voilé: Analyise des concepts quantiques (1994), d’Espagnat profundizará en el análisis y significación de ese mismo término, y tratará de explicar por qué los experimentos más significativos de la última década no habían restaurado, como era de esperar, el realismo convencional.
Su Traité de Physique et de philosophie (2002) fue considerado por la crítica especializada como uno de los tratados más completos publicados acerca de esta temática. Su libro más reciente, Candide et le physicien, escrito en colaboración con Claude Saliceti (2008), responde a una cincuentena de preguntas que identifican y corrigen ideas preconcebidas de la física contemporánea y examinan los muchos cambios conceptuales y filosóficos que sus ideas al respecto revelan. Por consiguiente, para d’Espagnat, al lado de la objetividad clásica de la ciencia, objetividad que llama “débil”, según la cual, si un experimento científico se hace en Granada y se repite en Melbourne por observadores diferentes, dará el mismo resultado, habría otra objetividad “fuerte”, que supone la existencia de una “realidad velada” (réel voilé) que está “fuera del hombre”, no dependiente, pues, de su observación y medida. La crítica del cientismo o cientificismo —actitud consistente en sostener dogmáticamente que “todo lo explica, o puede explicarlo, la ciencia positiva y que no existe otra realidad que la que ella describe” — que d’Espagnat ejerce con explícita ironía, se vuelve así acerada.
Bernard d’Espagnat pone de relieve, en fin, cómo este error cientificista, que constituye el substrato del pensamiento del hombre de hoy, nace de que tomamos como permanentes y eternos “modelos” que nos han sido preciosos para descubrir cosas, pero que en el fondo únicamente son “recetas” que por lo bien que funcionan demuestran una correspondencia entre nuestro espíritu y una cierta parte de la realidad del Universo. Los puntos de vista de d’Espagnat, como apuntará Juan Rof Carballo en una sugerente reseña del libro del físico francés, titulada La huida de lo real, ponen al desnudo este cientificismo que —tras la proclamación nietzscheana de la muerte de Dios y el declive de la metafísica occidental— se envanecía de haber desalojado a Dios de nuestro mundo, y sugieren, sin afirmarla, la existencia de esa “realidad velada” (réel voilé), no explorable por los únicos medios de la Física, pero que “por ciertas regularidades” en los fenómenos observados permite sospechar (3). Esto supone, en definitiva, una revivificación de la noción de “ser”, de la propia tradición metafísica (la de un realismo ontológico lejano y no físico) y una inflexión en su concepción del hombre que retorna desde su condición de “homo faber” a su condición clásica de “homo sapiens” (4).
El hombre contemporáneo, abrumado por urgentes y perentorias necesidades materiales, y subyugado por un oscurantismo ideológico que a veces se disfraza o reviste de “ideas avanzadas”, huye de la “realidad independiente”. Esta huida de lo real significa que el hombre de hoy ha tratado de escapar —al parecer sin conseguirlo— de todo contacto con eso que, en términos muy generales, los metafísicos llamarían Ser (o, si se prefiere, Realidad intrínseca), los místicos, Absoluto o Espíritu del mundo, y los teólogos designarían sencillamente con el nombre de Dios, y que sigue siendo para d’Espagnat “la explicación última de regularidades en los fenómenos observados”.
A pesar de su esencial discrepancia, d’Espagnat coincide, sin embargo, con I. Prigogine e Isabelle Stengers , y con la inmensa mayoría de los expertos, en la necesidad de emprender —por parte tanto de científicos y físicos como de filósofos y humanistas— la tarea de pensar de nuevo cuestiones que durante mucho tiempo se habían considerado marginales a la ciencia, pero que hoy sirven como estímulo e incentivo para internarse en nuevos campos de investigación sobre la naturaleza de lo real. Y anima, en consecuencia, a tratar de aplicar los resultados, sutilmente técnicos, de la Física cuántica más especializada al problema de si la ciencia puede “mejorar la visión que el hombre se hace del mundo y de su papel en él” y, en último término, de si puede dedicar asimismo una parte de su dedicación investigadora a dilucidar el problema de “sus valores” y restablecer de esta manera el ineludible diálogo por la necesaria unidad de los saberes o la indispensable Nueva Alianza entre Ciencias y Humanidades, “desafortunadamente hoy cada vez más amenazadas por la parcelación y ultraespecialización de los conocimientos” (5).
BIBLIORAFIA Y NOTAS
1) Bernard d’Espagnat, En busca de lo real. La visión de un físico, Alianza Universidad, 1983.
2) Bernard d’Espagnat, “La teoría cuántica y la realidad”, Scientific American, nov. de 1979.
3) Juan Rof Carballo, “La huida de lo real”, ABC, 3ª, 23 de febrero, 1980.
4) Ibid.
5) Nuccio Ordine, La utilidad de lo inútil. Manifiesto, Acantilado, Barcelona, 2013, p. 14.
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