Isidro García Cigüenza: «Los ‘aburridos’ libros de texto y la Pedagogía Andariega»

Burrita: Usted perdone, señor arriero, pero no me hace ni puñetera gracia ese título con que encabeza el artículo.

Arriero: ¿Y eso? ¿Eres tú acaso partidaria del uso de los libros de texto como “casi” el exclusivo recurso didáctico dentro de las aulas? ¡Qué disparate! Según los datos del Instituto Nacional de Evaluación del Ministerio de Educación dicho material es utilizado por un 90% de los alumnos de Educación Primaria… Eso sí…, edulcorando su uso, en “aras de la modernidad” , con los tutoriales de Internet.

Burrita: Yo, en este y otros asuntos como diría aquel: “Ni quito, ni pongo rey…” Me refería a la palabra “aburridos”, por la concomitancia que tiene con el nombre de la especie a la que pertenezco…

Arriero: ¡Ah, vale! Pues quito el epíteto “aburridos” y lo sustituyo por … “manipulados“, “compartimentados” “homogeneizados” y “engañosos”…

B: Me da el barrunto de que se está usted pasando varios pueblos, señor Isidro… Lo de “manipulados”…, etc., me hago a la idea de que es debido a esa perorata que suelta usted de vez en cuando: “una enseñanza, la oficial, cuyos contenidos, lenguaje y estrategias doctrinales están al servicio de políticos, editores y comerciales”, amén –añado yo- de un profesorado inseguro e indolente…

A: Ahora eres tú, la que se podía haber ahorrado ese último calificativo…

La solidaridad se ejercita arrimando el hombro

B: ¿Lo de un profesorado indolente? ¡Vamos, hombre! No tiene usted nada más que observar lo sucedido con Joselito, el niño que, tarde sí y tarde también, viene a jugar conmigo… ¡Cinco sobresalientes me ha dicho que ha sacado: en Mate, Lengua, Inglés y no sé qué mas! ¡Demonios –le he espetado yo con sorna-, pues sí que eres listo! Y ahora le pregunto a usted señor profesor: ¿A qué vienen esas deslumbrantes calificaciones para un niño que está empezando a despertar y que más que potenciar en él las “ganas de saber”, lo que se hace con esas notas es saturarlo, al tiempo, eso sí, que llenar de orgullo y autocomplacencia a unos padres que dan por bueno al Sistema, al profesor y a sus libros de texto?

A: Ahí llevas razón… Los susodichos libros lo único que hacen es aportar una mínima y degradada información para ir cumpliendo así los requisitos que “supuestamente” se exige para aprobar una determinada asignatura…. Eso, ni aún no dando, ni mucho menos, todos los temas que allí figuran…

B: Pero eso no es todo, sino que cuando le he pedido al niño que traiga los susodichos libros para repasar con él su contenido durante las vacaciones y que nos sirvan de referencia para consultas que puedan surgir a lo largo del mismo, me ha respondido que el director (gratuitos como son) se los ha recogido apenas finalizado el curso. O sea que, de todo su “didacticoso” contenido sólo queda el: “Si te vi, no me acuerdo”. Usted quizás no se haya apercibido, pero cuando se ha parado a charlar con ese vecino, justo a la entrada del colegio, yo me he entretenido en leer el tablón de anuncios que cuelga allí: Libros de texto para el próximo curso escolar 2021-2022: “Anaya”, “Anaya”, “Anaya”, “Anaya….” así hasta 72 libros distintos desde Infantil al Primer Ciclo de Secundaria para un colegio que no alcanza ni los 60 alumnos… Es decir que el profesorado tiene cubiertas todas sus programaciones, currículum, metodologías y demás gaitas que cubren las asignaturas y verifican los inspectores. El “Viva la Pepa”, que dicen ustedes cuando, nada más llegar a un sitio, se lo encuentran todo hecho y rehecho.

A: ¿Anaya? ¿Esa no es la Editorial que vimos allí en Madrid cuando, de vuelta de Salamanca hacia Andalucía, nos encontramos junto a la famosa Avenida de América?

B: Yo no lo recuerdo… Bastante tuve con sufrir el duro asfalto y el tráfico infernal que por discurría allí …

A: Venga, Molinera, no te quejes… Que bien que disfrutaste aquella noche en la “Quinta de los Molinos”. Aquel parque enorme donde los guardas que lo custodian nos dejaron plantar la tienda de campaña y pasar allí la noche, rodeados como estábamos de fuentes, almendros y pasto fresco…

B: ¡Eso sí que es verdad! Dirán lo que quieran de ellos, pero los madrileños se portaron con nosotros con un respeto y consideración dignos de encomio… ¡Hasta aplausos y pitidos de saludo nos dedicaban cuando, incluso estorbando, nos dirigíamos caminando, por la calle de Alcalá hacia Cibeles! ¿Y qué me quería decir usted de la editorial Anaya?

A: ¿No te diste cuenta? Se halla situada, valla con valla, al lado de la Autopista que se dirige a Barcelona, y casi pared con pared con la Clínica de la Universidad de Navarra y con aquel gigantesco edificio de letras rojas que el banco Santander ha levantado allí mismo…

B: ¿Y…?

A: ¡Joder, Molinera, pareces tonta! Niños como Joselito, afincados en la Serranía de Ronda, a caballo de los Parques Naturales Alcornocales y Grazalema y justo a la vera de un río tan proverbial como es el Guadiaro, que tengan que someterse a esa tiranía homogeneizadora y urbana… ¡Clama al cielo!

B: ¡Hombre! ¡Vista así la cosa, la pretensión de adecuarse a los Recursos del Entorno que preconiza su Pedagogía Andariega hace aguas por todas partes…!

Los aparejos, además de bellos, enseñan.

A: ¿Cómo que hace aguas mi Pedagogía, Molinera? Quien hace aguas es un Sistema Educativo que, sin más consideración que espurios principios doctrinales y económicos, ignoran los intereses de los niños particulares, así como los aprendizajes que se conforman a partir del desarrollo de habilidades para la vida. Súmale que el profesorado, en este entorno rural que, al ochenta por ciento e ignorando esta realidad, vienen a quedarse (como mucho) uno o dos años y que, obligados por la administración y por sus propias circunstancias “mariposean” de colegio en colegio, de alumnos en alumnos, año tras año…. ¡De ahí la bondad que suponen para ellos los libros de texto: unos libros que sirven por igual a los de aquí y a los de allí, a los de arriba y a los de abajo, a los de dentro y a los de fuera…!

B: De todos modos, los libros, sean de texto o de consulta, tendrán que existir, aunque sea a modo de referencia. Por otra parte y en la universalidad de esos libros de texto se pueden apreciar, según he oído decir, valores tan esenciales como la “Igualdad de oportunidades…” o la “Democratización de la enseñanza…”

A: En cuanto a que los libros de referencia tienen que existir, estoy de acuerdo. Pero no esos libros elaborados por “otros”. Más bien y a estas edades deberían ser ideados por los propios alumnos a partir de sus experiencias y descubrimientos. En las bibliotecas de los colegios, en vez de tanta morralla comercial de que están llenos, bueno sería que figurasen las aportaciones de los distintos alumnos y niveles ya del propio centro como de centros próximos… Y en cuanto a esa justificación relativa a la “Igualdad de oportunidades” y “Democratización de la enseñanza” que tanto esgrimen los interesados me vas a perdonar la vulgaridad de la expresión, pero déjame que te la diga… ¡Y una “eme” para ellos… como el sombrero un “picaó”, Molinera!

B: ¿Y no va a concluir este artículo con aquello de : “¡Y todo caminando! ¡Y todo abriendo los sentidos a la vida y al entorno!”?

A: ¡Tú misma, burrita lista!

 

Isidro García Cigüenza

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Capítulo 04: «A vueltas con las “Matracas”. Diálogos de un arriero con su burra»

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Capítulo 15: Los abuelos en la Pedagogía Andariega

Capítulo 16: El agua en la Pedagogía Andariega

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Isidro García Cigüenza

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