“Placeta del Salvador,
tres acacias en el aire
y mi madre en el balcón”.
(M.B.C)
…………………………….
Manuel Benítez Carrasco,
un mago de la palabra
entre recursos lingüísticos,
epítetos y metáforas,
vivió frente al Salvador
en una casita blanca
con el balcón perfumado
por la flor de las acacias.
Placeta del Salvador
de un Albaycín carismático,
donde la luz se adormece
a la hora del ocaso
y el hechizo bisbisea
por las esquinas del barrio,
fue cuna donde nació
Manuel Benítez Carrasco,
poeta de recia casta
que, escribiendo y recitando
sus inspirados poemas
por salones y teatros,
embriagaba a las personas
entre vítores y aplausos.
Así se ganó la vida
Manuel Benítez Carrasco,
esgrimiendo su poesía
como un arma de trabajo
para armonizar los versos,
diestramente recitados,
que taladraban el alma
de un público entusiasmado.
Su niñez, en las escuelas
de espíritu avemariano
que, en la Cuesta del Chapiz
emergen cual santuario,
teniendo enfrente la Alhambra
y a los pies, el río Darro,
donde comenzó a estudiar
al estilo manjoniano,
aprendiendo, tanto en clase
como en libertad, jugando,
al ser la Naturaleza
pedagógico escenario
bajo el manto azul del cielo,
entre higueras y avellanos
y en otoño el amarillo
esplendente de los álamos.
Al poco se incorporó
a un colegio seminario
de los padres jesuitas
donde alcanzó el noviciado,
que pronto abandonaría
por no sentirse llamado
a ejercer el sacerdocio
como tenía proyectado.
Volvió de nuevo a Granada,
al Albaicín encumbrado,
el cerro del Aceituno
allá por san Miguel Alto;
mas pronto viajó a Madrid
como un poeta afamado
y al poco voló hacia América
donde alcanzó el estrellato
a la luz de su poesía,
pero también consagrado
cuando, con gran maestría,
actuaba en los escenarios
con una voz portentosa
de rapsoda consumado
diciendo sus propios versos,
místico y arrebatado.
No sólo escribió poesía
Manuel Benítez Carrasco
aunque fuera en este arte
donde brillara más alto;
usó también otros géneros
como novela y teatro,
así, “El castillo de Dios”,
bello sacramental auto
o “El último sacrificio”,
cual meritorio relato.
Manuel Benítez Carrasco,
poeta de excelso rango,
retornó por fin al Sur
donde anduvo algunos años
por ciudades andaluzas,
escribiendo y recitando.
Al final murió en su tierra
y, tras ser incinerado,
sus cenizas se esparcieron
cerca de san Miguel Alto
para contemplar Granada
como lo hacen los pájaros.
En herencia nos dejó
Manuel Benítez Carrasco
el tesoro de los versos
que conforman su legado
reluciendo para siempre
con los fulgores de un astro.
…………………………….
“Contra mis cinco sentidos
tus cinco toritos negros:
torito negro, tus ojos,
torito negro, tu pelo,
torito negro, tu boca,
torito negro, tu beso
y el más negro de los cinco,
tu cuerpo, torito negro”.
(M.B.C)
Próximo romance: EUGENIA DE MONTIJO
Anteriores entregas:
II. Ángel Ganivet García (Granada, 1865 – Riga, 1899)
III. Ibn Zamrak (Granada, 1333 – 1394)
IV. Isabel de Solís, Soraya (Martos, Jaén, – ¿Sevilla? S. XV, 2ª mitad)
V. Mira de Amescua (Guadix, 1577 – 1644)
VI. Francisco Alonso (Granada, 1887 – Madrid, 1948)
VII. Juan Latino (Cabra o Etiopía, 1518 – Granada, 1597)
VIII. Chorrojumo (Ítrabo, 1824 – Granada, 1906)
IX. San Juan de Dios (Montemor: Portugal, 1495 – Granada, 1550)
X. Boabdil (Granada, 1460 – Fez, 1533)
XI. Doña Juana I de Castilla (Toledo, 1479 – Tordesillas, 1555)
XII. Alonso Cano (Granada, 1601 – 1667)
XIII. Elena/Eleno De Céspedes (Alhama de Granada, 1545 – Yepes ¿1588?)
XIV. Hermanos fosores de Guadix (Comunidad fundada en 1953)
XV. Mencía de Mendoza (Jadraque, Guadalajara, 1508 – Valencia, 1554)
XVI. Fray Leopoldo(Alpandeire, 1864–Granada, 1956)
XVII. Manuel de Falla (Cádiz, 1878–Alta Gracia, Argentina, 1946)
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