“Bien dices Rodrigo… pues apuro el vaso, os invito, y me voy, que tengo cosillas que hacer”.
“¿Qué diiices? ¿y ya te vas? ¿no quieres otro mortero?”
“No”, contestó “tengo que hacer unos mandaos, otro día”.
Se dió media vuelta y salió.
La era quedó para la trilla, toda limpia, las piedras de su suelo repuestas. Y, junto a la era, al costado noroeste de ella, para evitar el tamo de la era, que los vientos dominantes arrastran, construyeron un bonito sombrajo, con tejado de ramas y juncos, sus cuatro pilares de palos y de ellos y muy bien hechos, unos ganchos preparados para colgar el botijo, para colgar las meriendas y evitar con ello que algún perro u otra alimaña les hiciera ayunar.
También, y con buen criterio, un tablón que tenía en su casa, lo trajo y con él fabricó un cómodo banco, en la cabecera del sombrajo, les servirá de asiento y también de mesa.
“¡Pues mira que bien ha quedado todo!”, dijo Rodrigo, mirándolo todo a un tiempo a la vez que, con su mano derecha, se quitaba la gorra. Con su antebrazo se limpiaba el sudor y en actitud satisfecha, observó a Antonio, tratando de adivinar en él, su opinión.
“Bien quedó, amigo. Pasado mañana empezamos. ¿estás dispuesto?…, empezaremos barcinando las habas, que ya tiempo llevan hechas gavillas. Un montón de acarreos habremos de dar, con las bestias y angarillas, esto va lento. A ver si para la vará del año venidero, puedo comprar un carro, que eso si que es un invento. Se adelanta el verano mucho, usando uno de esos. Terminado el verano, voy a ir a Campillo de Arenas, que hacen unos muy fuertes y buenos, y compraré uno”. “¿Cuántos carros hay ya en Benalúa?” – preguntó a su interlocutor que recogía ya el hato para regresar al pueblo.

Éste, adoptando nueva situación, pensante y contando con su mente, a la vez que con su dedo índice de la derecha, parecía como si escribiese en el espacio, tras balbucear unos ininteligibles números, contestó:
“Pues Antonio, si habrá ya más de cinco o seis. Se nota que llevamos unos cuantos años de buenas cosechas. ¡Aaah!…”, prosiguió, con cierta displicencia
“¡Y un coche!… que se me pasaba. El de D. Paco, el médico. Aunque siempre está en el taller de Juan Manuel “El Chirrivitor”.
“Creo Rodrigo que el año que viene te ascenderé a carrero”.
“Amo” se dice carretero, a ver si hablamos bien… jajaja” corrigió con gracia.
“Bueno pues, te daré el galón y el carnet de carretero”.
Unos días, pasado el de San Juan y ya dentro de la sordá, habían recolectado las habas… y buena cosecha hubo.
Seguirán los yeros y la berza, y mientras acarreaban, barcinaban, trillaban y aventaban éstos; los segadores contratados segarían la cebada y el trigo, que después tocará a los cereales el trillo, el bieldo, la horca y todo el equipo de cosas que necesita la recolección de verano, con su gran trabajo y enorme trajín.
Mediada, casi, iba la sordá de Rodrigo, se encontraban en lo central y más importante del verano. Terminaban de empalvar la segunda de cebada. Y tres más, de trigo quedaban. Unos veinte días les ocuparía tal labor.
El mozo quería, y así se lo transmitía al amo, que para la Virgen de Agosto, el trigo había de estar en los trojes y después de la fiesta, enfrentarse a los garbanzos. Y a encerrar y prevenir la paja que de comida de las bestias todo el año servirá, así como para complementar la lumbre, con pava y leña, para todo el invierno. Que siempre en Benalúa, se presenta largo y muy frío.
El verano y su recolección se presentaba este año muy normal, tirando a bueno, julio avanzaba… de sus largos días quedaban pocos. Los transcurridos ya pesaban sobre los hombros cansados, de aquellos campesinos que lo daban todo.
Rodrigo, a pesar de encontrarse muy bien en su lugar de trabajo, ya echaba cuentas a los jornales transcurridos y a los días que faltaban. Éstos no habían sido demasiado calurosos. Hubo alguna tormenta, pero el ciclo de las mismas era más en agosto que en la segunda quincena de julio.
De aquel año, ya vivido, de mediado de los cincuenta del siglo pasado. Mil novecientos cincuenta y seis, entonces era.
Volvía de haber llevado una carga de trigo envasado, a lomos de las bestias a los trojes de Antonio. Sobre el mulo blanco, más dócil. Rodrigo cabalgaba hacia la era, a repetir viaje. Era el primero de la mañana, una buena hora ya para el desayuno.
[Continua la próxima semana]
INDICE
Prólogo, nota de autor e introducción
Capítulo I Desayunos de pueblo, teléfonos, gañanes, pastores y porqueros
Capítulo II Lluvias, nevadas, noche Santos, gachas, cerraduras y largas veladas
Capítulo III A “La quinta de hogaño”, mediciones, tallaje, coplillas y anécdotas
Capítulo III B “La quinta de hogaño”, mediciones, tallaje, coplillas y anécdotas
Capítulo III C “La quinta de hogaño”, mediciones, tallaje, coplillas y anécdotas
Capítulo IV A De sus campos, sus personajes y vecinos
Capítulo IV B De sus campos, sus personajes y vecinos
Capítulo V A De la “plaza” jornaleros, manijeros, la sierra y sus ¿trufas?
Capítulo V B De la “plaza” jornaleros, manijeros, la sierra y sus ¿trufas?
Capítulo VI A De la Alsina, la “aduana”, su paseo, Semana Santa y procesiones
Capítulo VI B De la Alsina, la “aduana”, su paseo, Semana Santa y procesiones
Capítulo VI C De la Alsina, la “aduana”, su paseo, Semana Santa y procesiones
Capítulo VI D De la Alsina, la “aduana”, su paseo, Semana Santa y procesiones
Capítulo VI E De la Alsina, la “aduana”, su paseo, Semana Santa y procesiones
Capítulo VII A Del final de campaña, almazara, “cagarraches”, día de las banderas
Capítulo VII-B Del final de la campaña, almazara, “cagarraches” y el Día las Banderas…
Capítulo VIII-A De Ben-Alúa, su nombre, sus tributos, la hortaliza, el riego
Capítulo VIII-B De Ben-Alúa, su nombre, sus tributos, la hortaliza, el riego
Capítulo VIII-C De Ben-Alúa, su nombre, sus tributos, la hortaliza, el riego
Capítulo VIII-D De Ben-Alúa, su nombre, sus tributos, la hortaliza, el riego
Capítulo IX-A De los pedimentos, desmote, el ajuar, las invitaciones, las bodas
Capítulo IX-B De los pedimentos, desmote, el ajuar, las invitaciones, las bodas
Capítulo IX-C De los pedimentos, desmote, el ajuar, las invitaciones, las bodas
Capítulo IX-D De los pedimentos, desmote, el ajuar, las invitaciones, las bodas
Capítulo X-A De los primeros televisores, las sordás, el Día de la Virgen
Capítulo X-B De los primeros televisores, las sordás, el Día de la Virgen
Capítulo X-C De los primeros televisores, las sordás, el Día de la Virgen
Capítulo X-D De los primeros televisores, las sordás, el Día de la Virgen
Capítulo XI Del sosegado otoño, “ahoyar” el pajar, rastrojeras, fiestas
Capítulo XII Del otoño dador de frutos, de ariegas, “¡arrr!”, tostaillos






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