El bendito Juan de Dios,
llamado antes Juan Ciudad,
es uno de los excelsos
santos de la Cristiandad
que, tras venir a este mundo,
en Montemor, Portugal,
(aunque algunos, en Castilla
fijan su tierra natal),
llegó a instalarse en Granada
dedicado a los demás
al vivificar sus días
en loor de santidad,
ofrendando cuerpo y alma,
en cristiana humanidad,
a los más desprotegidos
de la alhambreña ciudad.
Anduvo una intensa vida,
puesto que en la adolescencia
era ya pastor de cabras
y sirviente en una hacienda;
se enroló como soldado,
ejerciendo convivencia
con los enfermos y heridos
resultantes de la guerra;
al final llegó a Granada,
donde en sus calles vendiera
libros, revistas, estampas,
hasta que un buen día oyera
predicar a Juan de Ávila
y al momento decidiera
ayudar a los enfermos
y a quienes nada tuvieran.
Se portaba como un loco
en su cristiana vehemencia
y en el Hospital Real
lo encerraron sin clemencia;
el contacto con enfermos
le reactivó la conciencia,
saliendo de allí dispuesto
a iniciar la magna empresa
de socorrer a los pobres
aliviando su indigencia
y sanar a los enfermos
con dignidad y clemencia.
Los primeros hospitales
se organizaron en casas
que piadosos bienhechores
le cedieron en Granada;
una, en la calle Lucena
y otra, cerca de la Alhambra,
fueron el germen glorioso
de la Orden Hospitalaria,
expandida con premura
por la geografía de España,
hasta instalarse en ciudades
europeas y americanas.
El bueno de Juan de Dios
falleció de pulmonía
al lanzarse al río Genil
para salvarle la vida
a un muchacho que se ahogaba
en las aguas, siempre frías,
que de la nieve descienden
a la vega granadina.
Enfermero y fundador
de la Orden Hospitalaria
sus restos son venerados
en la Basílica Santa,
siendo un bello camarín
su sempiterna morada.
En la Casa de los Pisa,
nuestro santo es recordado
en entrañable museo
que en su memoria se ha alzado
para que siempre perdure
su labor de apostolado.
La iglesia lo consagró
en primer lugar, Beato,
y algunos años después,
llegó a ser canonizado,
nominándolo en justicia
con la dignidad de Santo.
San Juan de Dios es patrón
de hospitales y bomberos,
pero en lugar distintivo
también lo es de enfermeros,
trabajo que ejercitó
desde los tiempos primeros.
Los venerables hermanos
de la Orden Hospitalaria
perpetúan su compromiso
con la caridad cristiana,
atendiendo a los más pobres,
como Jesús predicara
y que el Fundador sembró
en la ciudad de Granada.
El hospital es emblema
de la Orden Hospitalaria,
teniendo su arquitectura
una geometría cristiana
de grandiosas dimensiones
y equilibrio en las estancias.
En el siglo XVII
se culminó la portada
con un vano en semicírculo,
y en dórico orden obrada
albergando en la hornacina,
del fundador, una estatua,
junto a un pequeño Ecce Homo
con la faz transfigurada.
El amplio zaguán da paso
al gran claustro principal,
con galerías ancoradas
en torno al núcleo central
y el escudo en las enjutas
de la orden asistencial
con granada, cruz y estrella,
refrendo del hospital.
Copiosa decoración,
zócalo, azulejería,
pinturas en las paredes
con las iconografías
del magno san Juan de Dios
que a los pobres dio su vida.
La escalera interclaustral,
labrada con gran maestría,
es un rasgo fidedigno
de esta obra tan cumplida,
ejemplo paradigmático
del Arte Renacentista.
Junto al hospital, el templo,
modelo definitivo
de la belleza que encierra
el barroco granadino,
con los dorados fulgiendo
en llamas de amor divino
elevándose hacia el cielo
como un arrebato místico.
Próximo romance: BOABDIL
Anteriores entregas:
II. Ángel Ganivet García (Granada, 1865 – Riga, 1899)
III. Ibn Zamrak (Granada, 1333 – 1394)
IV. Isabel de Solís, Soraya (Martos, Jaén, – ¿Sevilla? S. XV, 2ª mitad)
V. Mira de Amescua (Guadix, 1577 – 1644)
VI. Francisco Alonso (Granada, 1887 – Madrid, 1948)
VII. Juan Latino (Cabra o Etiopía, 1518 – Granada, 1597)
VIII. Chorrojumo (Ítrabo, 1824 – Granada, 1906)
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