Azud junto al Cortijo Río. Octubre 2020.

El amanecer con humo. Benalúa de las Villas… Hijos Dulces de Dios (VIII-D)

Decíamos que la presa de la “Jondonada”, partiendo de dicho lugar, regaba tierras de la familia Carrillo Benítez que gozaban del privilegio de no aportar gastos ni peonadas, ya que el trazado de la acequia, permitieron pasar por el centro de sus colindantes y próximas tierras.

El movimiento de las aguas por gravedad les hacía avanzar, llegando a las fértiles vegas del Cortijo de La Angostura para terminar adentrándose en los regadíos del Cortijo del Alamillo. Otras presas había en la contraria ribera del río y quedaban todas en umbría, ya que las sombras del Cerro del pueblo, le tapaban el sol hasta bien entrado el día.

Una de estas era, y es, de cantería. No es presa, sino azud, como antes decía. Pero los paisanos del pueblo todos denominan ”presa” y, como dice el refrán: “a donde fueres, haz lo que vieres” así que le diremos “presa” y así todos nos entendemos, en frente del Cortijo Río que tomaba su nombre, es obvio, de nuestro río Moro.

Está ubicada ésta otra en lugar fluvial de paraje fotográfico; se encuentra en una altura, dando lugar a una preciosa catarata de sus aguas sobrantes que rebasan sus bordes cayendo estruendosas a “chilanco” que en su base el agua ha formado.

Azud junto al Cortijo Río

A veces los ecos ruidosos de las aguas turbulentas se ve aumentado, si la torna de achique de la entrada de la acequia, se encuentra elevado, vertiendo y devolviendo, cual gran cola de caballo, sus aguas al río que, enfurecidas y ayuntadas con las otras, forman grandes remolinos y hervideros de agua, creando espumas y dando más encanto a tan recóndito lugar.

Lugar que, con frondosas riberas y manantiales de agua, daban lugar a unas fuentes que, naciendo en el mismo borde de la corriente del río, saciaban la sed de caminantes y labriegos del lugar. Por Fuente del Molino de Arriba era conocida, así como, por la frescura de sus aguas cristalinas y limpias, las que se habían de alcanzar, bajando un estrecho sendero, entre zarzas, juncos, berros y mastranzos y la mimbres lloronas que adornan y conforman ecosistema sin par de las riberas fluviales del Moro, río y torrente de nuestra villa vecino, compañero y dador de riqueza con sus aguas que riegan la fértil vega y, con su brisa de verano, invade la urbe invitando a vecinos a ocupar sillas en sus puertas, disfrutar de la noche, cambiar opiniones e irse a la cama contentos y gozosos de la paz vivida en ese ambiente nocturno creado.

Fuente Castejana. Octubre 2020

El azud, frente al Cortijo Río de vecina tiene la fuente “Castejana”, que no castellana, no hay que confundir. De bellas historias testigo y de “nocturnos caballeros” compañera. Uno de esos caballeros, cuando de ver a su novia regresaba de un vecino cortijo, luciendo “valentía”, una noche oscura entera pasó en su capa escondido, pues él confundió, junto a la fuente, con un duende maligno una pinchuda rama de zarza donde quedó prendido y, ya amanecido salió de su error y, de un certero tajo de faca rebanó aquella extraña rama. “Lo mismo habría actuado, si del maligno se hubiera tratado”, se decía a sí mismo, de ver lo ridículo y cobarde del episodio vivido… inundado por falsos problemas de fantasmas y brujas.

También, y en esa fuentecilla ya nombrada diabólica y fantástica ella, aparece una “yueca”, de sus polluelos seguida, en numerosa prole formados. Que eran de oro y, a pesar de que muchos incautos intentaron hurtar, era difícil misión ya que, al rozar con los dedos su plumíferos cuerpos, en fantasía se tornaban.

A la altura de la Castejana pues, salía otra acequia, ésta de umbría que, discurriendo hacia el pueblo, regaba la finca de Los Vegetos, donde unos frutales de peros allí plantados había y de los que, cuando por aquellos lugares escaseaban dichos frutos, yo más de una vez probé. Y de verdad que a gloria me sabían.

Hasta rozando casas del pueblo la acequia discurre y, paralela, junto a la carretera de Ándar, unos cien metros antes de la vieja almazara y molino harinero llamado “El Ventorrillo”. Un tramo de ella servía de abrevadero y por ese lugar le llamaban “el caz”. En punto muy estratégico estaba, ya que abrevaban a todo animal o yunta que de camino o de regreso al campo, pasará.

Siguiendo las aguas del canal y llegado al molino, entonces de la “Dora” Carrillo, aportaba aguas a sus cárcamos que su húmedo peso la rueda hacia girar y ésta movía la compleja maquinaria harinera que en crujiente pan su harina convertía, en el horno de leña allí existente. Pasaban las aguas por el vegeto de Isidro Romero, llamado los “Huertos de Vitor”, donde años después estuvieron Los Troyas, con su taller, fabricando y arreglando toda clase de maquinaria y prestando un excelente servicio al lugar.

Una vez que, por el subsuelo atravesada la carretera, entonces llamada de las minas y de rojizo y polvoriento firme, ya que de las mismas se extraían óxidos de hierro, la corriente de la acequia, se introducía en huertas y corrales traseros de las casas que, con sus fachadas, forman parte de la calle Granada. Saliendo de las mismas a la altura de “La Huerta”, la que regaba, para continuar hacia la finca “La Bacalá” así bautizada por su exacta forma perimetral a imagen de un bacalao de salazón. Ello, tras haber vuelto a cruzar por el subsuelo la carretera que forma la calle Granada y después de pasar canalizada y guiada tras un dique junto a una pared, quedando un muro de metro de altura: el “poyato de la casa Parrales” usado para descanso y reuniones de paseantes, por la carretera a Granada.

También, hace años desapareció la rústica imagen del bacalao ya que, en la misma, se ha construido viviendas y un polideportivo. En el Barranco del Cura desaparecería esta conducción de aguas, sino fuera, porque aún continúa, regando las vegas existentes en la ribera izquierda del barranco, alejándose sus riegos hasta la Revuelta de “El Menúo” muy cerca del Peñón.

Lugar de triste recuerdo, ocurrido con motivo del movimiento fratricida del treinta y seis, que prefiero no escribir ni recordar. Sufrido por una familia de cortijo, no muy lejano a Benalúa.

La sed de agua de riego en la villa hizo que otra presa más hubiera, ésta ya, totalmente desaparecida. Su trazado se halla inundado por el pantano Colomera, aunque antes del llenado de éste, la acequia y presa habían desaparecido.

En Andalucía, y parte del Levante Español, las zonas de regadío son muy prolíferas y antiguas. El clima Mediterráneo, clima seco, sobre todo en el sur peninsular, así lo demandaba.

Hay quien dice que de los árabes fueron heredadas. No del todo esto es cierto, ya que, antes los romanos en España El Amanecer Con Humo Gregorio Martín García -225- fueron los que introdujeron avanzadas técnicas de control y canalización de las aguas, con grandes acueductos y canales.

Río Moro. Octubre 2020.

La llegada de los árabes, dio impulso a los sistemas romanos e introdujeron avances, ya que provenientes del otro lado del Mediterráneo, países y tierras de clima muy seco, obligaban a un mejor aprovechamiento de los recursos hidráulicos. Mientras aquellos usaban canalizaciones, con grandes obras y acueductos. Éstos repartían el preciado líquido (para ellos de valor incalculable) con sistemas de regadío en pequeños canales, azudes, balsas, aljibes, albercas y norias. Acequias sobre la tierra simplemente abiertas formando verdaderos tejidos de redes que, como arterias y venas, recorren los regadíos con perfectos y complejos repartos y tornas.

En el año 1.866, el regadío adquiere cartas de naturaleza, si bien su existencia era mucho más anterior. Se crean verdaderas organizaciones para la mejor gestión de los recursos. Como se han venido a denominar con el paso de los tiempos. Con infinidad de nombres, según zonas, usos y costumbres: Sindicatos, Unión de Regantes, Junta de Hacendadas, Tribunales de Agua, Comunidad de Regantes… Reguladas y formalizadas con autoridad, por su existencia oficial, por el “Derecho de Uso Otorgado”.

Como consecuencia de la existencia de las Organizaciones y Normativas de los Recursos Hidráulicos. Se entra en la normal aplicación de los mandatos por ellas dictados y comienza época de desarrollo de los mismos.

Se establecen protocolos y prioridades, normas y mandatos y, con ello, las bases de los organismos creados, para el uso agrícola del agua y sus usos y costumbres que cada labriego, con celo guarda en su memoria, al objeto de reclamar derechos si le fueren mermados. Ya que las cuestiones del riego y sus aguas es motivo suficiente para largas demandas, curiosas sentencias, disgustos sociales y rencillas guardadas. Ésto denota la importancia del riego y el ahínco labriego, de usar sus derechos, agotándolos todos, en beneficio de su hacienda. Nuestra Benalúa de las Villas, a lo largo de la Historia y en el crisol de los años, fundidos criterios, formas y hechos y la consecuente relación de sus miembros, cristaliza en comunidad, se imponen unas formas, se crean unos hábitos, nace una sociedad en donde aparece una personalidad, única y original. Resultado de todo grupo duradero y de longa relación humana. De esas bases sociales nace, se origina todo y fructifican unos valores a semejanza de la evolución animal y vegetal.

El sabio quehacer de los agricultores y labradores, sin proponerse nada, van seleccionando, clasificando y priorizando, clases y razas en semillas, plantas y animales, consiguiendo de éstos, una selección especial que, sin dejar de evolucionar consigue razas distintas, plantas y semillas inmejorables.

Estanque del paraje de Los Salobres. Octubre 2020

Y hablando de ésto, fíjense como quizá los residentes ni lo saben, pero nuestra comunidad, nuestra sociedad, nuestro pueblo, ha seleccionado sin proponérselo, frutos, hortalizas y animales, ejemplares.

Vean y prueben si no, uno de esos tomates enormes y en forma hogaza de pan, de sabor exquisito, que sólo en nuestra villa se dan. Y aquellos cerdos ibéricos, de raza preferente y enorme resistencia para su vida animal, con mucho tocino, sí, propio de los ibéricos de verdad, pero con carnes y jamones de sabores sin par. Éstos por desgracia desaparecidos, le quitaron el puesto otros venidos al lugar que, blancos y orondos, pringue no tenían, todo era carne, pero no se podían comparar a aquellos de raza única que seleccionados fueron por nuestros antecesores hasta nuestros días.

No pasa igual con nuestras extraordinarias hortalizas. Persisten aún y es muy especial el tomate antes descrito, que en mis visitas a Benalúa quiero siempre hallar para comprar unos kilos.

[Continua la próxima semana]

Capítulo VIII-D De Ben-Alúa, su nombre, sus tributos, la hortaliza, el riego

Capítulo IX De los pedimentos, desmote, el ajuar, las invitaciones, las bodas
Capítulo X De los primeros televisores, las sordás, el Día de la Virgen
Capítulo XI Del sosegado otoño, “ahoyar” el pajar, rastrojeras, fiestas
Capítulo XII Del otoño dador de frutos, de ariegas, “¡arrr!”, tostaillos

Gregorio Martín García

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