Doña María de Pacheco,
de los Mendoza y Tendilla
que tanto poder tuvieron
finada la Reconquista,
nació en hermoso palacio
de linajuda familia
cuando su padre era alcaide
en la Alhambra granadina
y los símbolos cristianos
se esparcían por la Sabika
donde al viento tremolaban
los pendones de Castilla.
Presenció en el Albaicín,
cuando aún era una niña,
la sublevación mudéjar
que tanto trastocaría
la primera convivencia,
consensuada y pacífica,
entre moros y cristianos
más los de la fe judía,
al incumplirse convenios
hechos tras la Reconquista
para intentar coexistir
en relativa armonía,
aspiración complicada
y difícil conseguirla.
Aplicada y estudiosa,
desde pequeña, María,
se esforzó en aprender;
hablaba la algarabía,
el latín y otros idiomas
que en Europa se imponían,
conociendo la gramática
de las lenguas neolatinas.
Sensible al discernimiento,
ciencias y filosofía
fue también mujer sensible
a las tendencias artísticas.
Hermana del escritor
diplomático en política,
Diego Hurtado de Mendoza,
el avezado cronista
de la “Guerra de Granada”
en la contienda morisca,
que rimó para María
un bellísimo poema
loando su biografía.
Doña María de Pacheco
era también conocida
como María “la Brava”
en asuntos de familia,
y, para el resto de España,
icono de valentía
que no se arredró ante nadie,
su propia estirpe incluida.
Se casó con un hidalgo
de probada bizarría,
cuyo nombre era el de Juan
y su apellido, Padilla,
con quien luchó codo a codo
sin descanso y a porfía.
Defendió sus ideales
con arrojo y gallardía
siendo la gran aliada
del intrépido Padilla,
de Bravo y de Maldonado,
comuneros cabecillas
sublevados contra Carlos,
emperador de Castilla.
A doña Juana primera,
enclaustrada en Tordesillas,
ofrecieron libertad,
corona y soberanía
que la reina rechazó
por ser grande alevosía
alzar armas contra Carlos,
hijo al que tanto quería.
Poco después, Villalar,
la derrota decisiva
donde los tres sublevados
lo pagaron con sus vidas;
pero María de Pacheco
nunca se dio por vencida
y en la ciudad de Toledo
lideró con energía
la rebelión comunera
aun estando ya perdida.
Al ser condenada a muerte,
se convirtió en fugitiva
siendo el obispo de Oporto
quien le brindara acogida
y en tierra lusa reposa
tras una triste agonía.
María Pacheco y Mendoza,
esposa de Juan Padilla,
se aposentó en la leyenda
de mujeres heroínas
romanceada en poemas,
en cantares y películas,
perpetuándose como
la “Leona de Castilla”.
Próximo romance: AIXA
Anteriores entregas:
II. Ángel Ganivet García (Granada, 1865 – Riga, 1899)
III. Ibn Zamrak (Granada, 1333 – 1394)
IV. Isabel de Solís, Soraya (Martos, Jaén, – ¿Sevilla? S. XV, 2ª mitad)
V. Mira de Amescua (Guadix, 1577 – 1644)
VI. Francisco Alonso (Granada, 1887 – Madrid, 1948)
VII. Juan Latino (Cabra o Etiopía, 1518 – Granada, 1597)
VIII. Chorrojumo (Ítrabo, 1824 – Granada, 1906)
IX. San Juan de Dios (Montemor: Portugal, 1495 – Granada, 1550)
X. Boabdil (Granada, 1460 – Fez, 1533)
XI. Doña Juana I de Castilla (Toledo, 1479 – Tordesillas, 1555)
XII. Alonso Cano (Granada, 1601 – 1667)
XIII. Elena/Eleno De Céspedes (Alhama de Granada, 1545 – Yepes ¿1588?)
XIV. Hermanos fosores de Guadix (Comunidad fundada en 1953)
XV. Mencía de Mendoza (Jadraque, Guadalajara, 1508 – Valencia, 1554)
XVI. Fray Leopoldo (Alpandeire, 1864–Granada, 1956)
XVII. Manuel de Falla (Cádiz, 1878–Alta Gracia, Argentina, 1946)
XVIII. Eugenia de Montijo (Granada, 1826– Madrid, 1920)
XIX. Manuel Benítez Carrasco (Granada, 1922–1999)
XX. Fray Luis de Granada (Granada, 1504 – Lisboa, 1588)
XXI. Abén Humeya (Válor, 1545 – Laujar de Andarax, 1569)
XXII. Mariana Pineda (Granada, 1804 – 1831)
XXIII. Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, 1898 – Granada, 1936)
Deja una respuesta