Teníamos previsto un cambio de telón.
Estábamos empeñados en retratarlo bajo la aureola excepcional del expedicionario en la Antártida.
Un granadino, no en vano nació en la calle Santa Paula, que además de pasearse por los lugares más emblemáticos de la ciudad, había emprendido, de mano de los grandes prebostes de la Facultad de Geología granadina, Maldonado, Galindo… uno de los viajes, se nos antoja, más románticos, espectaculares, extraordinarios, que pudiera abordar un ser humano en el milenio recién finalizado.
Por eso hemos concertado una cita con Pepe “Loga”, geólogo.
Ese es su sobrenombre desde que estudiara el bachillerato, de los de antes, en el histórico Instituto Padre Suárez de la capital. Fíjense, que algún compañero con ingenio, le colocó ese mote porque desde pequeño tuvo afición manifiesta a solucionar todos los problemas con la función algorítmica. Y así se le conoce desde entonces. ¡Cómo para negar la brillantez de nuestro sistema educativo!
Ahora que caemos en la cuenta.
Lo primero que necesitamos es saber su nombre completo. Mi nombre es Pepe “Logas” pero toda mi producción científica la he firmado con el seudónimo de José Rodríguez Fernández. Y, claro, estallamos en carcajadas.
Nos está dando la impresión, que realizar este retrato no va a ser fácil.
Pepe, que camina mucho, lo hace muy deprisa. Su discurso también surge con presteza.
Gasta un verbo ágil, una amplísima cultura científica y humanística y una gran capacidad para reírse de todo, comenzando por sí mismo. Se define como irónico. Una predisposición para entender el mundo heredada de Valeriano, su padre.
Gasta barba. Fuma en pipa.
Alejado de toda tentación de hablar de sí mismo. Si lo ha hecho en esta ocasión es porque se ha dejado convencer por uno de sus antiguos alumnos, Antonio Puentes. Se ven, se saludan con cariño y comienzan a tatarear el repertorio musical compartido durante las frecuentes salidas de campo (Nota Mental. Recordar a Antonio que me mande la letra de alguna de aquellas canciones).
Recuerda que solo accedió a hablar sobre sí mismo en una ocasión, cuando un conocido le pidió el favor de dejarse entrevistar para una revista gratuita, Paso a paso, editaba por el Ayuntamiento de Granada. C.G. (debe ser el cuestión del destino) tituló la sección Los puntos sobre las íes con el siguiente epígrafe…”Cuando me di cuenta de que no llegaría a ser torero preferí dedicarme a ser geológo”. Pepe, que gusta reírse de sí mismo, cuando lo cuenta añade que lo que le llevó a la geología fue la falta de talla…¡Ya nos hubiera gustado verte en el ruedo! hubieras llegado a ser un gran torero como Velázquez y Gregory Peck, hubiera añadido Carlos Cano en las Murgas de Emilio el Moro.
Nosotros, erre que erre. Que queremos hacerle un retrato romántico. Que se nos aparece como uno de los personajes narrados por Caroline Alexander en Atrapados en el hielo, en el que cuenta la mayor épica de las exploraciones polares, la de Shackleton.
Y él, que es un escéptico, que nones.
Y pone empeño en reafirmar su desmérito. Él rechazó formar parte de la primera expedición multidisciplinar e internacional que viajó a la Antártida en 1991en el buque oceanográfico Hespérides, porque pensó que no se le había perdido nada allí. Y que fue después de una crisis científica – sintió que sus investigaciones, momentáneamente, habían tocado techo y que la estratigrafía necesitaba de otras disciplinas para seguir avanzando. El tiempo le dio la razón – se embarcó en la segunda de las campañas, la del 92-93. La bética seguiría esperándole.
A partir de ahí y coincidiendo con el verano austral, bien desde Ushuaia (Argentina) o desde Punta Arena (Chile), Pepe “ Loga” formó parte de esta aventura.
¿Qué sentías después de haber pasado la navidad lejos de la familia? Estar alejado de ellas era duro (dejaba a Marga con las dos niñas, Margarita pequeña y Cecilia recién nacida), pero a cambio me alejaba de la vorágine capitalista que empaña esta celebración. Y ahora nos cuenta la anécdota de que cuando volvió de la del 99, no entendía la frases que todo el mundo repetía Hola soy Edu. Feliz Navidad de la campaña de publicidad de Airtel. Volvemos a las carcajadas
¿Pasaríais mucho frío? Pues no, en el barco había aire acondicionado.
¿Viviste muchas aventuras? En el barco se trabajaba mucho pero era un trabajo muy rutinario.
¿A quién mandaría a la Antártida? Al que tuviera voluntad real de ir (En Paso a Paso. Número 15.AÑO III. Abril 2005)
¿Llevaste un cuaderno para anotar tus sensaciones?…por supuesto que no
Presentíamos que no iba a ser fácil este personaje.
Pero Pepe ¿qué trabajo te hubiera costado escribir algo en las libretas que te llevaste en cualquiera de las seis expediciones de la que formaste parte en el Hespérides? Ahora tenemos que tomar prestadas palabras del diario de a bordo de Ignacio Olaso, del centro oceanográfico de Santander, de lo que sintió cuando formó parte de la campaña antártica en enero-febrero de 1991
…cruzamos la Convergencia Antártica, una frontera natural donde las frías aguas polares se hunden bajo las aguas cálidas de las zonas más templadas , y el agua desciende bruscamente entre 3 y 5 grados centígrados. Por fin divisamos los primeros icebergs, ¡ qué sensación! … Ya divisando la isla Coronación, encontramos un paisaje extraordinario: montañas llenas de nieve, entre las cuales discurrían glaciares que desembocaban en el mar, y enormes témpanos de color azulado que circundaban tanto a la isla como a nosotros mismos…( en revista electrónica ieo. Número 10. Julio 2008).
¿Fue eso?
No nos cuenta nada de eso. Pero si nos recomienda la lectura de Filosofía para exploradores de Erling Kagge, aventurero noruego que emprendió en solitario el desafío de los polos y luego convirtió esa experiencia en manual de autoayuda.
Pepe hace suyas muchas de las ideas de Kagge. Para viajar por la Antártida son necesarias las mismas cualidades que para viajar por la vida. Tener una actitud positiva, aprender de los errores, tener valentía, ser perseverante… Sin querer nos descubre su verdadero secreto. Vivir de manera consecuente con sus ideas.
Pensar y vivir de la misma manera. En la Antártida. En Granada. En cualquier travesía.
En esta ausencia de detalles es donde hemos encontrado a Pepe “Loga”.
En vez de contarnos su impresionante currículum científico adquirido después de trabajar en la Universidad de Granada y en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (su tesis, la hemos encontrado en el volumen que recorre los 50 años de Geología de la Universidad de Granada, Ed. Eug porque, por supuesto para él no tiene importancia, Mioceno del sector central de las cordilleras Béticas,1982) lo que quiere contarnos es lo que sabe en este, su cuaderno de bitácora vital, que ahora redactamos.
¿El título? La mejor aventura humana es la del conocimiento.
(Nota mental. ¿Deberíamos desarrollar estas ideas? Mejor redactamos con el lenguaje conciso y claro de la ciencia).
Reflexión primera. Sobre la docencia
El conocimiento no se puede transmitir. Es inagotable
El aprendizaje es intrínsecamente personal.
Lo que mejor se aprende es lo que acabas descubriendo después de investigar
Reflexión segunda. Sobre el profesor
El docente no puede descubrir por ti.
Debe acompañarte en el proceso de aprendizaje. Mostrarte las fuentes.
Lo único que te debe enseñar es a ser crítico.
Todo lo que te digan, incluido lo que te diga yo, debes procesarlo de forma crítica.
Reflexión tercera. Sobre la ciencia
La ciencia no tiene techo.
Lo que ha hecho avanzar la ciencia es la curiosidad y el afán por resolver las dudas.
En la resolución de una pregunta están los fundamentos de la siguiente
Reflexión cuarta. Sobre los científicos
Un científico no puede ser dogmático.
Nunca debería estar satisfecho con lo que hace.
Le ayudaran los avances de otros colegas.
Debe ser capaz de reconocer sus errores, de corregirlos.
Ser escéptico es una forma de ser científico
Pepe, hijo de una familia muy trabajadora. El padre, Valeriano Rodríguez, pluriempleado – malabar laboral realizado por las familias de la posguerra para sacar a su familia adelante- y de Carmen Fernández, portera de inmueble.
Con lo que disfrutas de la música clásica en el Auditorio Manuel de Falla, con lo que te gusta asistir a todas las propuestas teatrales de la ciudad, con el esfuerzo que le dedicas a investigar el origen de la civilización occidental…
¿qué trabajo te hubiera costado revelar en aquella única entrevista que concediste el nombre del libro que te llevarías a la Antártida? Dijiste que ninguno. Le deberías haber contestado que te hubieras llevado cualquiera de Saramago, incluida su poesía, porque te reconoces en su visión de la vida, de la duda, del amor y de la muerte.
Y entonces el titular hubiera sido perfecto, Pepe Rodríguez Fernández, el geólogo humanista.
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