Con Lagartijo y Guerrita,
los valerosos toreros
que en el siglo XIX
se retaban por los ruedos,
alternó en rivalidad
el granadino Frascuelo,
natural de Churriana
y un paladín del toreo.
Elegante toreador,
impertérrito ante el miedo,
encarándose a los toros
provocador y altanero,
para enmarcar sus faenas
con lentos pases de pecho
culminados en desplantes
por los medios del albero.
Se llamó Salvador Sánchez
el valiente churrianero
que de muy joven marchó
a los predios madrileños,
donde se forjó en el arte
subliminal del toreo
regateando a la muerte
en un arriesgado duelo,
que más parece liturgia
impregnada de misterio
que una fiesta colorista
o un simple entretenimiento.
En el temerario arte,
Lagartijo y Frascuelo
tuvieron rivalidad
jaleada por el pueblo,
siendo los dos lidiadores
las figuras del momento
que levantaron pasiones
dentro y fuera de los ruedos.
El torero granadino,
chispeante y pinturero
tiene una garbosa estatua,
junto a varios monumentos
en un lindo bulevar
donde, a veces, llega el viento
que baja desde la Sierra
por angostos vericuetos
hasta acabar en la Vega
y allí vivir los inviernos
cortejando a las choperas
con su atractivo cimbreo.
—-oooOooo—-
En el rito de la lidia
la tragedia siempre acecha
porque la muerte y la vida
se entrelazan y se enredan
al juego del escondite,
con capote o con muleta
en una danza dramática,
donde el arrojo y destreza
van rizando naturales
con la mirada altanera
que el público, puesto en pie,
los aplaude y vitorea
como hace en el teatro
cuando apasiona una escena
o presencia un ritual
de cromática belleza.
Ya en los prehistóricos tiempos
los toros se veneraban
por su poder, por su fuerza
y lo hermoso de su estampa,
tal como el arte rupestre
nos ha dejado constancia
en cuevas del Paleolítico
de datación milenaria
que han ido marcando hitos
por tierras mediterráneas.
En la sociedad egipcia
tan misteriosa y arcana,
junto a esfinges y pirámides,
el toro simbolizaba
suprema virilidad
y nobleza ponderada,
siendo un animal de culto
al que preces se ofrendaban.
En Creta, en Grecia y en Roma
este animal fascinaba
y en espectáculos lúdicos
su presencia era esperada
con máxima expectación
y alegría inusitada,
pues sin toros los festejos
eran atracción mermada.
Si observamos la Edad Media,
en el campo y en las plazas,
tanto a pie como a caballo,
con picas y con espadas,
los toros eran lidiados
entre vítores y palmas
siendo los alanceadores
quienes más fama ostentaban.
En las festejos y ferias
el toro nunca faltaba,
bien en justas o corridas
con quiebros o aires de danza,
donde jóvenes resueltos
su valentía demostraban
ante las mozas del pueblo
que arrobadas los miraban.
Para celebrar la Toma
de la ciudad de Granada
se celebraron corridas
en la plaza de Bib-rambla
a final del siglo XV
cuando a pie ya toreaban,
con un extremado riesgo
que al público entusiasmaba,
siendo los reyes y nobles
quienes más la potenciaban,
aunque el pueblo la hizo suya
y como suya quedara
esta fiesta de los toros
tan bella como arriesgada.
Al sonar un pasodoble
se hace el silencio en la plaza,
cosquilleando en el pecho
un hormigueo de nostalgia
que, mecido por la brisa,
hacia los cielos cabalga
repicando el corazón
con latidos de campana.
Patrimonio inmaterial,
arte de la “Tauromaquia”,
este rito del toreo
de tradición centenaria
denominado también
como el de la “Fiesta brava”
por la bravura del toro
y lo noble de su raza,
se ha enraizado siglo a siglo
en los surcos de la patria,
adviniendo hasta este tiempo
con energía renovada,
que acreditados artistas
en sus creaciones exaltan,
siendo un rasgo distintivo
de la cultura de España.
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II. Ángel Ganivet García (Granada, 1865 – Riga, 1899)
III. Ibn Zamrak (Granada, 1333 – 1394)
IV. Isabel de Solís, Soraya (Martos, Jaén, – ¿Sevilla? S. XV, 2ª mitad)
V. Mira de Amescua (Guadix, 1577 – 1644)
VI. Francisco Alonso (Granada, 1887 – Madrid, 1948)
VII. Juan Latino (Cabra o Etiopía, 1518 – Granada, 1597)
VIII. Chorrojumo (Ítrabo, 1824 – Granada, 1906)
IX. San Juan de Dios (Montemor: Portugal, 1495 – Granada, 1550)
X. Boabdil (Granada, 1460 – Fez, 1533)
XI. Doña Juana I de Castilla (Toledo, 1479 – Tordesillas, 1555)
XII. Alonso Cano (Granada, 1601 – 1667)
XIII. Elena/Eleno De Céspedes (Alhama de Granada, 1545 – Yepes ¿1588?)
XIV. Hermanos fosores de Guadix (Comunidad fundada en 1953)
XV. Mencía de Mendoza (Jadraque, Guadalajara, 1508 – Valencia, 1554)
XVI. Fray Leopoldo (Alpandeire, 1864–Granada, 1956)
XVII. Manuel de Falla (Cádiz, 1878–Alta Gracia, Argentina, 1946)
XVIII. Eugenia de Montijo (Granada, 1826– Madrid, 1920)
XIX. Manuel Benítez Carrasco (Granada, 1922–1999)
XX. Fray Luis de Granada (Granada, 1504 – Lisboa, 1588)
XXI. Abén Humeya (Válor, 1545 – Laujar de Andarax, 1569)
XXII. Mariana Pineda (Granada, 1804 – 1831)
XXIII. Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, 1898 – Granada, 1936)
XXIV. María de Pacheco (Granada, 1496 – Oporto, 1531)
XXV. Aixa (Siglo XV. Granada – Fez)
XXVI. Pedro Antonio de Alarcón (Guadix, 1833 – Madrid, 1891)
XXVII. Ángel Barrios (Granada, 1882 – Madrid, 1964)
XXVIII. Pedro Soto de Rojas (Granada, 1589–1658)
XXIX. Emilio Herrera Linares (Granada, 1879 – Ginebra, 1967)
XXX. Elena Martín Vivaldi (Granada, 1907 – 1998)
XXXI. Ruiz del Peral (Exfiliana, 1708 – Granada, 1773)
XXXII. La Perla de Granada (Granada. Siglo XII)
XXXIII. Hernán Pérez del Pulgar (Ciudad Real, 1451-Loja, 1531)
XXXIV. Judá ben ibn Tibón (Granada, 1120 – Marsella 1190)
XXXV. María ‘la Canastera (Granada, 1913 – 1966)
XXXVI. El Gran Capitán (Montilla, 1453 – Granada, 1515)
XXXVII. Juan Alfonso García (Santos de Maimona, 1935 – Granada, 2015)
XXXVIII. Diego Hurtado de Mendoza (Granada, 1503 – Madrid, 1575)
XXXIX. José de Mora (Baza, 1642 – Granada, 1724)
XL. Álvaro de Bazán (Granada, 1526 – Lisboa, 1588)
XLI: Francisco López Burgos (Granada, 1921–1996)
XLII: Mariluz Escribano Pueo (Granada, 1935 – 2019)
XLIII: El doctor Olóriz Aguilera (Granada,1855 – Madrid, 1912)
XLIV. Francisco Martínez de la Rosa (Granada, 1787 – Madrid, 1862)
XLV: Don Emilio Orozco (Granada, 1909 – 1987)
XLVI: Padre Ignacio de las Casas (Granada, 1550 – Ávila, 1608)






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