Romancero de personajes granadinos, XLIX: Conchita Barrecheguren (Granada, 1905 – 1927)

Conchita Barrecheguren
era una bella muchacha
que entregó su vida a Cristo
en loor de enamorada
desde el puro sentimiento
ungido en la fe cristiana.

Conchita Barrecheguren,
flor bendita de Granada,
que de niña ya pedía:
Padre Mío, hazme santa”,
desde la pura inocencia
donde se habita en la infancia
pues en su pecho latía,
cual repique de campanas,
la llamada del Señor
y a su Dios ofrendó el alma.

Los encantos de la joven
paz luminosa irradiaban,
inundando de sosiego
y de una espiritual calma
a familiares y amigos
cuando iban a visitarla
quedando siempre prendados
del eco de sus palabras.

Una chica estilizada
de ojos negros y expresivos
a la vez dulces y tristes
con personal atractivo,
inocente y candorosa,
de carácter reflexivo,
auténtica, sin dobleces,
fueron rasgos genuinos
de una joven elegida
por misteriosos designios
como icono de bondad
y ejemplo de sacrificio.

Armoniosa y delicada
amaba la soledad,
albergando un corazón
muy sensible para amar,
mas firme para sufrir
su incurable enfermedad,
siempre buscando al Señor
con ascética humildad.

Dotada para la música
con su padre interpretaba
deliciosas melodías
que era un placer escucharlas,
siendo la literatura
otra afición que gustaba,
al componer ella misma
poemas donde expresaba
su amor a Dios y a la Virgen
en estrofas bien rimadas.

Enfermó a los doce años
de un mal que le ocasionaba
trastornos y malestar,
pero que no socavaban
el plácido regocijo
que de su interior manaba
repartiendo la armonía
dentro y fuera de su casa.

Con veintiún años cumplidos
falleció en la paz cristiana
asignándole la Iglesia
su distinción de beata,
reconfortando a los fieles
dispersados por España
donde rezan con fervor
a esta chica de Granada
que se la recordará
por la nobleza del alma.
Conchita Barrecheguren
luz de espiritualidad,
cuya síntesis de vida
fue amar, sufrir y rezar
pues nuestra beata laica,
en compromiso vital,
ofreció su vida a Dios
y junto a Dios ha de estar
gozando la cercanía
de la Madre Celestial.

Con sustantivos de flores
a Conchita la nombraban
pues siempre había primavera
en su risa y su mirada,
como una rosa eucarística
o una azucena mariana
ya que la niña beatífica
era una bella parábola
de margaritas y nardos,
de geranios y lavanda,
de orquídeas y de jazmines
de hierbabuena y albahaca,
de querubines y arcángeles
en poética metáfora.

Cuando estaba muy enferma
y la muerte le rondaba
Conchita escribió un Diario
de espiritualidad máxima
donde la reflexión mística,
henchida de fe cristiana,
reconvertían el dolor
en plegarias sacrosantas
para alabar al Señor
encomendándole el alma.

Madre mía, no tengo fuerzas
con que seguir escribiendo
pero todo os lo dirá
mi corazón que os ofrendo
”,
son las últimas palabras
de Conchita en su memento
cuando la muerte acechaba
por las esquinas del lecho
presta para acompañarla
en su camino hacia el cielo.

Si queréis, mi vida está,
junto con mis sufrimientos,
para ofrecerla al Señor
hasta mi último aliento
porque en Vos, mi Dios, confío
y en miraros me contento
”,
rezó la joven Conchita
en sus instantes postreros.

Francisco Barrecheguren,
el buen padre de Conchita,
una vez viudo y solo
se ordenó redentorista
y en esta Congregación
pasó el resto de su vida
vivificando el recuerdo
de quien fue su amada hija,
que hoy beata se venera
con religiosa alegría.

Un santuario los vela,
el del Perpetuo Socorro,
de estilo renacimiento
con ornamentos barrocos
y que los redentoristas
lo miman como un tesoro,
donde Conchita y su padre
gozan de eterno reposo
al abrigo de la Virgen
con su mirar amoroso.


Mi amor, un Dios crucificado; mi fortaleza, la Eucaristía; mi refugio, los brazos de la Virgen; mi deseo, amar más a Jesús.
(Beata Conchita Barrecheguren).

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Comentarios

2 respuestas a «Romancero de personajes granadinos, XLIX: Conchita Barrecheguren (Granada, 1905 – 1927)»

  1. José A Quijada R.

    Un personaje granadino muy interesante y ejemplo humano en los momentos difíciles de l

    Conchita Barrecheguren, granadina, que mostró un ejemplo frente a su enfermedad, gracias a su fe, y tal vez fuera algo desconocida, aunque muchos sabemos que tiene una calle a su nombre junto al antiguo banco de España, y en la que fue su casa, un oratorio y colegio infantil en la cuesta de Escoriaza. Gracias a tu romance, hoy la tenemos presente por medio de tus versos bien elaborados. Enhorabuena.

  2. Juan José Gallego

    Un personaje muy querido en la comunidad cristiana de Granada y venerada en el santuario del Perpetuo Socorro. Tiene que estar en la memoria colectiva Un abrazo.

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